Escrito por: Marie Claire Dumont Schifferli

Han pasado 7 meses y estamos en la parte final del camino. Un final que llega de pronto y de sorpresa al menos para mí, que, entre guías, reuniones de grupo, coloquios, talleres y conferencias me vi un día haciendo prácticas de coaching.

Las prácticas me significaron salir a escena, con un libreto bien aprendido que queda sin efecto cuando me conecto con mi coachee. Con mi ser aprendiz como una bandera blanca para levantar cuando aparecen mis propias expectativas de querer hacerlo perfecto. Cuando no hay un perfecto.

Cuando lo que he aprendido no lo estudié como una asignatura de la universidad y grabado en la memoria, más bien se me instaló en el corazón. Donde mis propias emociones amenazan constantemente en meterse a escena cuando escucho a la persona que tengo frente a mí.

Aprendo paso a paso a danzar en la conversación con el otro, a veces lo logro, otras no. Trato de entender, de ponerle cabeza… no me resulta y me doy cuenta de que por ahí no va. Trato de salirme de mí para escuchar mejor y comienzo a sentir. Aparece la intuición, muy clara a veces, otras un poco más tímida pero siempre aparece.

Me sorprendo con la falta de control, algo pasa que se sale de mis manos. Claro, si se trata del otro. No hay nada que manejar, solo acompañar y sostener. Poner al servicio mi aprendizaje y cuando no resulta como lo esperaba aparecen los fantasmas.

No lo vi venir, pero casi al final del camino me traga la ballena de nuevo. Aparecen la ansiedad y la frustración. Como un recordatorio que no debo descuidar mi propio trabajo personal. Que puedo olvidar lo re aprendido si no estoy atenta. Que la inconciencia se puede volver a colar en mi mente y me pierdo.

Me veo obligada a parar, a mirarme, a atenderme porque todo mi ser comienza a movilizarse. Aparece el verbo sostener y comprendo que debo ponerle atención al aprendizaje de sostenerme a mí misma primero si quiero ponerme al servicio de los demás.

El camino sigue y puedo perderme si me desatiendo, sin embargo, quiero continuar. Aunque el final inminente me duela, aunque aparezca la incertidumbre y el miedo. Porque quiero honrar el camino más allá de lo que encuentre cuando llegue al final. Tengo mucho que agradecer y también reconocer mi esfuerzo más allá de los resultados. En mi corazón ya me siento mi propia coach.

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